domingo, 8 de abril de 2007

SI NO TRABAJO ME MUERO: María Ordóñez de Gómez.



*Ha vivido para enseñar














A los 89 años la decana del piano se mantiene con buen humor y con una vitalidad envidiable. Su bienestar tiene que ver con la música, afirma, "es lo mejor que hay en la vida, es el arte por excelencia".
Maestra de piano, organista en ceremonias religiosas, amante de Beethoven y Listz, intérprete de compositores locales. María Ordóñez se sienta al piano y empieza a tocar su pieza favorita: Por qué lloras, del desaparecido músico, Miguel Castro.
Comencé a practicar la música cuando tenía nueve años comenta. Tocaba la bandolina y el violín. Entonces mi papá, Marcial Ordóñez, me enseñaba. Después me fui a la Ciudad de México y tuve clases con Enrique Hasso López, un maestro del Conservatorio Nacional de Música.
Cuando regresé comencé a dar clases en la escuela Josefa Ortíz de Domínguez, fundada por Marcial y Juana Ordóñez, mi padre y mi tía, respectivamente.
Casi al mismo tiempo me llamaron de la iglesia El sagrado corazón de Jesús, pues no había ningún músico para acompañar las ceremonias. En ese tiempo las bodas solían celebrarse a las seis de la mañana y me tenía que levantar a las cinco para estar en el templo, rememora.
Varias generaciones de músicos mochitenses han tomado clases con esta maestra. Han sobresalido los concertistas Ivan Hallal Zepeda y Julio Liporolli.
También el ganador del primer lugar en el concurso Yamaha, Carlos Pérez Gómez y la ex maestra de música, Carlota Amalia Valencia de Ibarra se prepararon con esta apasionada de la música.
Asimismo, la maestra Ordóñez les dio clases a Miroslava Flores Rodríguez y a Alma Carolina Ruiz Meléndez, alumnas de secundaria y ganadoras del primer lugar en piano en concursos escolares de esta ciudad. Tengo 69 años en la docencia, dice Ordóñez con un dejo de orgullo.
Hablar del talento musical como un don con el que se nace es algo inevitable. Para María “no todos pueden ser músicos” –dice- se necesita un “oído musical”. Recuerda haber tocado el piano acompañando a Tirso Robles, Miguel Angel Robles y a Francisco Mena, algunos ya desaparecidos.
Por la calle Juárez, la modesta casa de la maestra se llena de notas musicales. Los valses de Strauss recorren los pasillos de un gran castillo de épocas eternas y las partituras de Chopin remueven las hojas de los árboles y se introducen por las ventanas de las casas del barrio creando una atmósfera fantástica.
María recuerda al compositor Agustín Lara y sus canciones. También menciona algunas melodías como Perjura, Secreto Eterno, Intimo Secreto y el tango La comparsita. En el tiempo de los grandes compositores y las bellas canciones no había tanta simpleza como la hay ahora, dice la maestra.
Los hijos Salomón, Enrique, Javier y Rosa María no se escaparon del afán docente de esta maestra. El legado de María aterrizó en el grupo Urbi Et Orbi, integrado por sus nietos.

1 comentario:

  1. Gran maestra de una fantástica trayectoria de más de 75 años en la enseñanza musical en diferentes ámbitos.

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